Uno de los grandes cambios que hemos presenciado a lo largo de las últimas décadas tiene que ver con la manera de informarnos y comunicarnos. Durante décadas, si nuestros abuelos querían saber cómo se encontraban sus familiares mandaban cartas que tardaban días o semanas en llegar a sus destinatarios. Todo esto ya nos queda muy lejos, sobre todo a las nuevas generaciones que han nacido nativos en una sociedad donde todo es instantáneo .
Algo similar sucede con la manera en la que consumimos información. Tenemos ante nosotros cientos de medios de comunicación, blogs, redes sociales, etc. Si hace décadas nuestra información se reducía a nuestro entorno , ahora podemos conocer qué pasa en cualquier lugar del mundo. Además, como si no tuviéramos suficiente con este bombardeo informativo, en los últimos años el mercado de las plataformas streaming se ha incrementado, ofreciéndonos una mayor variedad de contenidos, pero poniéndonos en la tesitura de pasar demasiados minutos delante de la pantalla para elegir entre cientos de series o ficciones.
Ante este escenario, ¿cómo sabemos cuándo hemos pasado el límite del consumo de información y estamos «infoxicados»? ¿Cómo podemos establecer una moderación del uso de lo digital? ¿Qué está sucediendo con el mercado de las plataformas streaming y su continuo crecimiento? ¿Qué prevalece más: la cantidad o la calidad?
Infoxicación: la enfermedad de la sociedad digital
En 1996, Alfons Cornella, empresario y consultor de empresas, utilizó por primera vez el término infoxicación para hacer referencia a la sobrecarga informativa . Cornella lo definió como : «Estar siempre ‘ on ‘, es decir, recibir centenares de informaciones cada día a las que no puedes dedicar tiempo. No puedes profundizar en nada y saltas de una cosa a otra».
Veinticinco años después de las declaraciones de Cornella, formamos parte de una sociedad donde existen cantidades ingentes de información y muy poco tiempo para consumirla . Un ejemplo claro que nos demuestra esta sobrecarga informativa la estamos viviendo con la pandemia por la COVID-19.
A lo largo de este año de crisis sanitaria y social, la mayoría de las personas hemos querido informarnos sobre qué es la pandemia, cuáles son los síntomas del virus, cómo nos afecta, cómo nos podemos proteger, etc. Para ello, con el fin de calmar los constantes interrogantes de nuestra cabeza, nos hemos pasado horas delante de nuestros dispositivos informándonos a través de coloquios, debates, prensa, redes sociales, etc.
Si el objetivo de consumir esta información es obtener respuestas, en muchos casos, sucede todo lo contrario, porque queremos saber más sin saber dónde está el límite de estar informados a sobreinformados . Como consecuencia, comenzamos a sentirnos angustiados y abrumados por temor a perdernos nuevos datos.
Foto: Jonas Lee
Aunque ahora vivamos inmersos en una pandemia sanitaria, llevamos años dentro de otra sin ser conscientes de ello. David Lewis, psicólogo, denomina esta situación como: síndrome de fatiga informativa . Diversos expertos, como Begoña Gómez Nieto , señalan que es la enfermedad de la sociedad digital de principios del siglo XXI.
Ante esta situación, Lucia Komljen, Socio-Cultural Research at Telefónica Innovation, comenta a Think Big que al tener que lidiar con grandes cantidades de demandas y opciones, sintiéndonos en la obligación de responder de manera instantánea a todo lo que recibimos, «no es de extrañar que la gente se sienta sobrecargada y agotada por las experiencias que la conectividad ofrece».
Nuestro cerebro tiene un límite para asimilar toda la información a la que lo exponemos. ¿ Cuántos correos recibes a lo largo del día y cuántas notificaciones de noticias te llegan al móvil ? Cuando sobrepasamos la nuestra capacidad para procesar los datos es cuando el cerebro dice «basta» y comenzamos a sentirnos agotados. Sentimos la necesidad de seguir informándonos, sin embargo, no somos capaces de procesar lo que pasa por nuestros ojos porque está bloqueado.
Ilustración: Niko Gómez
¿La solución? Según Alfons Cornella, al igual que Internet es la causa de la infoxicación, también es la solución para dejar de estarlo. Por un lado, es importante que accedamos a aquellas fuentes de información veraces y fiables . Si somos capaces de informarnos a través de contenido de calidad, lograremos huir de las fake news .
Por otro lado, podemos apoyarnos en las búsquedas avanzadas de los buscadores con el objetivo de priorizar la información que nos interesa y evitar aquella que no nos aporta. Existe también la posibilidad de crear listas en redes sociales para agrupar por temas de interés. La clave por entender es que no estamos más informados por leer más noticias , la clave es la calidad y no la cantidad. Es decir, es preferible leer tres o cuatro noticias contrastadas a lo largo del día, antes de leer el doble y que la información que retengamos no sea la adecuada.
Saturación de las plataformas streaming
No solo estamos expuestos a un bombardeo informativo, sino también nos encontramos ante una saturación de plataformas streaming con cientos de contenidos en cada una de ellas que visualizar y muy poco tiempo por delante para hacerlo. Ahora, podemos « consumir contenido cuándo queramos, dónde queramos y cómo queramos «, resalta Lars Stalling, que forma parte del equipo Core Innovation Telefónica, a Think Big .
Foto: Jens Kreuter
¿Te has parado a pensar en cuánto tiempo perdemos hasta que elegimos una película o serie ? Según un informe de Nielsen de julio de 2019, un adulto medio estadounidense dedica unos 7,4 minutos al día en decidir qué contenido visualizar. Es decir, perdemos 45 horas al año en decidir qué vamos a ver un domingo por la tarde.
Ante el auge de los servicios streaming y el aumento de la competencia en esta industria nos volvemos a encontrar ante un abanico de posibilidades para elegir dónde suscribirnos o qué contenido ver y, a la vez, con muy poco tiempo para disfrutarlo. Irónicamente, esto está dando lugar a que la descarga de contenido en P2P incremente, concretamente, un 3% de tráfico de descarga y un 22% del tráfico de subida, siendo el 97% de ese tráfico a su vez de Bittorrent, según un informe de Sandvine Global Internet Phenomena Report .
En torno a esta situación se desarrolla una interesante contraposición: con la aparición de los primeros servicios en streaming se pretendía poner fin a las descargas ilegales. Durante un tiempo esto fue posible, sin embargo, con el incremento de las plataformas de contenidos la gente está haciendo uso de páginas pirata otra vez. Ya no solo hablamos de una falta de tiempo para consumir los contenidos que nos ofrecen, sino también de un tema adquisitivo.
Una posible solución para este punto sería reunir varios servicios streaming como hacen las compañías de telecomunicaciones. Un ejemplo de ello es Movistar, los usuarios por menos dinero pueden disfrutar de los contenidos de tres plataformas: Movistar+ , Disney+ y Netflix.
Ilustración: Niko Gómez
De manera que ante una industria donde cada vez existe una mayor competencia, las plataformas trabajan para ofrecer contenidos que las diferencien de las demás. En el caso de Movistar+, apuestan por la creación de contenidos de calidad. «No creemos en una producción por volumen, creemos en una que aporte y que ofrezca calidad y ambición en lo que transmite», cuenta Álex Martínez Roig, director de Contenidos de Movistar+ a Think Big .
Barreras digitales para huir del sobreconsumo
Frente a una saturación de información y contenidos, la solución puede darse por nuestra propia cuenta . Tal y como hemos comentado al inicio para huir de la infoxicación podemos: acceder a contenido veraz, crear listas en redes sociales, utilizar la búsqueda avanzada, etc. En el caso de los servicios streaming , con el objetivo de que los usuarios de las plataformas no gasten tanto tiempo en tomar la decisión de qué ver, las plataformas de contenidos nos sugieren qué nos puede gustar en base a lo que hemos visualizado previamente.
De manera externa, una de las respuestas que se está dando desde el área de Telefónica Research y tiene que ver con la programabilidad de la red. Se trata de un avance esencial, ya que es una herramienta que permite que la red y el proveedor de servicios se adapten a las necesidades de los usuarios «de una manera que antes no era posible», cuenta Diego Perino, director de Telefónica Research, a Think Big . De manera que la programabilidad de la red podría utilizarse para administrar y optimizar la información, el contenido y los servicios que los usuarios reciben en función de sus necesidades.
Foto: Headway
La programabilidad es una solución, sí, pero no todo depende de una herramienta externa a nosotros. Debemos ser capaces de conocer dónde está el límite, de saber cuándo el uso de la tecnología nos limita . Si entramos a YouTube para ver un vídeo concreto y acabamos visualizando quince vídeos más es muy posible que hayamos sobrepasado el límite.
Dicho de otro modo: es necesario que trabajemos en ponernos barreras digitales a nosotros mismos, en vez de esperar a que vengan desde fuera. El tiempo que perdemos en la red no vuelve, quizás es hora de comenzar a valorarlo más y dar más importancia a nuestra vida fuera de Internet, porque, como afirma Lars Stalling « el problema no es tanto el consumo, sino lo que dejas de hacer cuando el consumo es excesivo «.
Imagen de cabecera por Niko Gómez y producción del vídeo por Raquel Navarrete .
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