El pasado 9 de marzo, la Comisión Europea transmitió al resto de las instituciones de la Unión su plan de acción en el ámbito de la transformación digital de la UE en la próxima década, denominado Brújula Digital. El plan, de enorme ambición y muy limitada concreción, particularmente en los mecanismos de diseño y adopción conjunta de políticas por los Estados Miembros, como han destacado separadamente Raquel Jorge-Ricart, del Real Instituto Elcano y Giles Merritt, de "Friends of Europe", se basa en cuatro ejes o puntos cardinales e intenta abarcar todos los ámbitos en los que debe manifestarse el avance digital de la UE hasta 2030:
a) Las habilidades digitales de las personas (80 por ciento de los adultos con capacidades con competencias básicas -como quiera que se definan- y cerca del 5 por ciento de la población experta en TIC).
b) Las infraestructuras necesarias para una digitalización de todas las actividades online, individuales y colectivas (toda la población cubierta por redes con velocidad mínima de 1 Gbps y en todo caso por 5G; 10.000 nodos de computación seguros y climáticamente neutros, presumiblemente para hacer realidad el "Internet de las Cosas"); 20 por ciento de la producción mundial de semiprocesadores de última generación -enorme desafío cuando en la actualidad sólo hay una empresa europea (Infineon) entre los diez primeros fabricantes, con una cuota en 2020 del 3,6%, según IC Insights); al menos un ordenador cuántico en la UE (actualmente solo Estados Unidos, Reino Unido y China disponen de las capacidades para su desarrollo);
c) La mayor productividad de las empresas, apoyada en la digitalización de procesos (con tres de cada cuatro empresas utilizando al final de la década la computación en la nube, con inteligencia artificial, metadatos; 90 por ciento de las pymes con una mínima intensidad digital -indeterminada- y el doble de empresas privadas vinculadas a los negocios digitales con una valoración superior a 1.000 millones de dólares ("unicornios"), de los que en Europa había 18 en 2020, según VentureXchange.
d) La eficiencia de las administraciones públicas, con todos los servicios transaccionales, de atención e historiales médicos online y al menos el 80 por ciento de la población utilizando un medio electrónico de identificación personal.
Esta hoja de ruta persigue situar a la UE a la vanguardia de las prácticas digitales a nivel global, creando un referente transnacional básico, teniendo presente que entre los Estados miembros hay grandes diferencias en la implementación de tecnologías y soluciones digitales. Es importante recordar que la digitalización configura un eje de actuación en relación con los planes de recuperación y mejora de la resiliencia económica acordados por el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo el 18 de Diciembre de 2020, impulsando una "transición digital justa" en el periodo presupuestario entre 2021 y 2027. De hecho, la digitalización debiera consumir el 20 por ciento de los fondos del programa "Next Generation EU", esto es 150.000 millones de euros -en torno a 375 euros por cada ciudadano de la UE (1,2% de la renta per cápita anual media), cuya asignación, aplicación y conversión en beneficios tangibles asociados a los cuatro puntos cardinales de la brújula digital exigirá una actuación concertada entre administraciones públicas, diversos sectores empresariales e instituciones académicas y de investigación, aprovechando la experiencia del programa en curso "Digital Europe", dotado con 7.500 millones de euros, en combinación con "Horizon Europe" (para la financiación de investigaciones aplicadas relevantes) y la facilidad financiera "Conectando Europa", todos los cuales conforman una plétora de recursos de notable complejidad en su puesta en marcha y encaje con otros instrumentos de desarrollo económico de la UE.
Por otro lado, la creación neta de empleo derivada de la digitalización de la economía es un gran desafío, insuficientemente analizado. Ya en España, el Gobierno anunció el pasado 13 de Abril -con limitada transparencia, como ha señalado el corresponsal de El País en Bruselas, Claudi Pérez- un plan de financiación muy ambicioso para abordar los cuatro ejes de la brújula digital, para el período 2021-23, aprovechando los fondos esperados de las facilidades europeas para la recuperación, la transformación y la resiliencia (parte del Plan "España Puede"): 3.593 millones de euros para un plan nacional de competencias digitales; 3.999 millones de euros para la "hoja de ruta del 5G"; 4.066 millones de euros para el plan de digitalización de pymes y 4.315 millones de euros para la modernización de las Administraciones Públicas, en la que a tenor de declaraciones de la Vicepresidenta Segunda del Gobierno, la digitalización del SEPE y de los registros sanitarios tendrán prioridad. En total, casi 16.000 millones de euros, cerca del 1,4% del PIB de España en 2020, lo que da idea de la magnitud del empeño y de la importancia cabal de una gestión rigurosa de los planes de acción asociados a la implantación en España de la brújula digital.
Presumiblemente las actividades de servicios, cuyo crecimiento para asegurado en un continente con una pirámide demográfica invertida, podrán aprovechar tanto las ganancias de eficiencia derivadas de la digitalización como la revalorización de los trabajos por el valor añadido adicional asociado a la misma, sin merma del contingente de personas que continuarán realizando tales actividades. En el ámbito manufacturero, igualmente importante para un espacio económico de fuerte vocación exportadora, el balance entre capital físico y capital humano es a priori menos claro.
La robotización, consecuencia de la digitalización de procesos y la captura y empleo intensivo de datos para la toma de decisiones autónomas plantea importantes interrogantes en relación con las intervenciones humanas en numerosas actividades productivas, que por otro lado no son susceptibles de deslocalización sin sustitución de quienes las realizan. Como señala Noelia Cámara, de BBVA Research, en un artículo en El País Negocios del 21 de marzo pasado, la heterogeneidad de situaciones de partida en función de los entornos geográficos, de los dispares niveles de destreza digital, de los tejidos económicos y de las infraestructuras de conectividad, fruto de itinerarios nacionales diversos, influenciados por decisiones de inversión y apoyo tecnológico dispares dificultan un avance sincronizado en el proceso de digitalización en el conjunto de la UE, no obstante el empeño armonizador de las instituciones europeas y los compromisos políticos y financieros de los Estados. La brújula digital de la UE no adolece de ambición, pero sí de originalidad y de una ordenación lógica de los empeños, a riesgo de interferir con actuaciones probablemente más atinadas y con un coste menor, desplegadas por los agentes económicos con incentivos adecuados. Cada uno de los puntos cardinales representa un ámbito de posibilidades distintivo y cuya relación con el resto debe reconocerse de manera clara para abordarlos de manera consecutiva, dentro del largo período de vigencia del instrumento: la cualificación de las personas contribuye a la digitalización de las empresas y de las administraciones públicas, hecha posible por una infraestructura de conectividad, -que puede arrojar rendimientos adecuados conforme a las reglas de mercado-, junto a una computación a la altura de los volúmenes de datos y los rendimientos requeridos, que tan solo las grandes nubes públicas, con una escala global y una capilaridad suficiente, pueden hacer viable.
Se percibe en los mensajes públicos alrededor de la brújula digital de la UE un propósito determinado de los Gobiernos para reivindicar una "soberanía digital" europea (explícitamente mencionada por el Gobierno alemán en su web, bundesregierung.de), como una expectativa de emancipación de las fuerzas libres de Internet, con una caracterización que pretende trasladar a este medio un cuadro de garantías y derechos típicos del Estado social de Derecho de la Ley Fundamental de Bonn y que parecería una justificación de la intervención de los poderes públicos y la dedicación de fondos públicos para alcanzar objetivos que la dinámica de los mercados puede hacer posible, tal vez antes y no a expensas de los contribuyentes, si bien la superación de la "brecha digital" dentro de la UE podrá lograrse antes mediante la subvención pública de bienes esenciales para una sociedad digitalizada, especialmente del lado de los usuarios, para remediar la desigualdad en el ámbito digital, particularmente en el plano de las habilidades individuales, descrita por Jan van Dijk y Alexander van Deursen en "Digital skills, unlocking the information society".
La UE afronta dos riesgos fundamentales en el itinerario digital de la presente década: intentar emular los avances de los líderes en innovación -que son por un lado las empresas norteamericanas que se disputan la computación en las "nubes" públicas y, por el otro, con una orientación diametralmente diferente, las empresas chinas que están liderando la digitalización de los mercados de bienes y servicios, a la vez que crean vastos repositorios de información accesibles por parte del Gobierno chino-, asi como reproducir de manera descontrolada la generación de modelos, prototipos e instancias de soluciones y aplicaciones de digitalización entre los Estados miembros, con un uso ineficiente de capacidades investigadoras y recursos financieros específicos. Teniendo en cuenta que el cumplimiento de las distintas metas asociadas a los cuatro puntos cardinales de la brújula digital diferirá entre países, es importante que se identifiquen territorios que puedan liderar las diferentes líneas de trabajo y que la participación de empresas e instituciones privadas sea relevante, en cuanto podrán aportar la disciplina derivada de la restricción de recursos y un análisis económico de los proyectos orientado a la generación de oportunidades de negocio o a la mejora de eficiencia en negocios preexistentes.
Gestión digital de las compras
Conviene combinar mejoras de funcionalidad, costes de uso y seguridad, para lo que pueden considerarse, entre otros, como aspectos concretos de la brújula digital, las ventajas derivadas respectivamente de la gestión digital de las compras (según información recogida por Cinco Días el 13 de Abril, la consultora Oliver Wyman prevé que las compras online en España representen el 33 por ciento en 2029, frente al 15 por ciento actualmente), del procesamiento de datos en las "nubes" (cerca del 40 por ciento de las empresas españolas son clientes al menos de una nube pública, al menos para aplicaciones básicas de web, ofimática y colaboración) y del uso de la firma electrónica (el dato más reciente, de 2018, según Statista muestra que cerca del 77 por ciento de las empresas españolas con acceso a Internet utilizaron la firma electrónica para la formalización de documentos digitales). Efectivamente, es necesario que el fomento de las habilidades digitales individuales y su traslación en los planes social y económico esté incentivado por las ventajas en términos de oportunidad, integridad, esfuerzo y facilidad de uso respecto de la forma convencional de transmisión del conocimiento, la ejecución de tareas productivas y la materialización de acuerdos entre personas y entidades distantes entre sí.
Desde la perspectiva de la profundización del mercado único europeo de bienes y servicios, la digitalización es la palanca imprescindible para que la desaparición de las últimas restricciones a la circulación interior, de la que en 2022 se cumplirán treinta años, desemboque finalmente en un nivel de intercambios, siquiera entre los países del Euro, equiparable a los que se registran en el seno de los Estados miembros, fomentando a su vez la fuerte vocación exportadora del entramado económico comunitario. En fin, aunque son numerosos los frentes en los que la UE tiene que aplicarse para llegar en 2030 al grado de digitalización que representan los cuatro puntos cardinales de su particular brújula, es imperativo superar la tentación de crear un escaparate bien surtido de intenciones "digitales" (refuerzo de la conectividad global a través de pasarelas europeas de datos de gran capacidad; impulso a las mejores prácticas para empresas de nueva creación y rápido crecimiento; puesta en marcha de inversiones en tecnologías digitales limpias -la "transformación digital verde"-) como las que ilustraron el pasado 19 de Marzo el Día Digital bianual de la UE, que tal vez pueden generar entre los europeos más desorientación y escepticismo que sensación de avance, siquiera mediante un balance de logros y dificultades en la construcción de una civilización europea digital.
Alberto Horcajo es Co Fundador de Red Colmena
Los nuevos desafíos tecnológicos de la Administración Biden
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