En un mundo cada más interconectado, un elemento del mobiliario urbano tan sencillo como un banco desempeña un papel fundamental si es inteligente.
El banco inteligente puede ser el centro de una variedad de servicios que mejorarán la calidad de vida de los residentes; con la conectividad a la cabeza de la lista.
El edificio se concibe como una oficina piloto que permite la experiencia directa de futuros promotores y usuarios. El sobrecoste, de un 5% sobre una construcción convencional, junto con la difusión de los resultados de la monitorización del edificio será una herramienta excelente para promover la Arquitectura Sostenible en el área de Málaga.
Las estrategias de diseño sostenible que esta arquitectura acerca a su entorno son: el diseño pasivo para reducir la demanda energética del edificio, el uso de la vegetación como un elemento constructivo más, el sobreaislamiento de la envolvente, el aprovechamiento de la inercia térmica de cerramiento y forjados, el uso de sistemas eficientes de iluminación y climatización, el aprovechamiento de la energía térmica solar para calefacción, el control integrado de climatización e iluminación, la generación de energía en el propio edificio, la reducción del consumo del agua y de la generación de residuos, el aprovechamiento de aguas pluviales, el uso de materiales reciclados y reciclables y el control de la calidad y el confort interior ente otras.
El diseño de este edificio será un referente de Arquitectura Sostenible para todas las construcciones que se localicen en la futura Ciudad Aeroportuaria de Málaga. Ha obtenido la Calificación Global 3 HOJAS VERDES que otorga la Certificación Ambiental del Green Building Council España.
La implementación de edificios inteligentes o smart buildings arranca en España y se muestra en pleno crecimiento. ¿Qué es un edificio inteligente? Se trata de aquellos que incorporan tecnologías a disposición del usuario y el operador comunicando datos constantemente para una gestión y control automatizado en tiempo real. Esto permite modificar el funcionamiento de los sistemas con el objetivo de hacer los inmuebles más confortables, eficientes, sostenibles, seguros y accesibles.
"Mejoran el valor de los activos inmobiliarios, precisamente porque son un freno a la obsolescencia que puede venir por el cambio en la demanda o en la normativa", apunta Susana Quintás, consejera asesora para Metrikus España y Latam.
Regulación de la iluminación en función de la intensidad lumínica, adaptación de la climatización tanto al frío como al calor dependiendo de la temperatura exterior e interior, optimización de la gestión y consumo energético, sistemas de seguridad, protección y detección de incendios, controles de accesos y flujos de afluencias en las distintas zonas, medición de la calidad del aire... Las funciones son prácticamente ilimitadas para que el edificio actúe con autonomía.
"Prácticamente todas las partes del edificio se pueden sensorizar y de ellas obtener datos que permitan utilizarlos de forma más eficiente", señala Fernando Temprano, director de Arquitectura en AECOM España, y es que, "cualquier parte del edificio es susceptible de ahorros y mejoras en su funcionamiento al analizar los datos reales que se recogen en pleno funcionamiento".
Este tipo de edificaciones, gestionadas por Building Management Systems (BMS), utilizan tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), big data e, incluso, la inteligencia artificial (IA). "Se utilizan sistemas tecnológicos con capacidad de comunicación en una diversidad de interfaces físicos y protocolos, que constituyen el camino y el vehículo para dicha comunicación. El éxito de la integración y la convergencia de la información en torno a una o varias plataformas de gestión y análisis constituye el principal reto para considerar un edificio como inteligente", expone Temprano. Así, "deben incorporar la automatización como base de control y después, como complemento para cambiar estados manualmente tenemos pulsadores, app y controladores por voz", indica Meritxell Esquius, marketing manager de Loxone España.
Confort, facilidad de uso y mejora en la salud, las ventajas para el usuario
De cara al gestor del edificio, Quintás afirma que la tecnología ayuda "a ahorrar y a entender mejor el uso de su patrimonio inmobiliario". ¿Y para el usuario? Los principales valores son el confort, la facilidad de uso, la mejora en la salud, "así como saberse parte de un modelo de eficiencia y sostenibilidad en el que pueden participar activamente", asegura el director de arquitectura de AECOM España, quién añade que "los mejores edificios inteligentes son aquellos en los que la tecnología está tan bien integrada que los usuarios pueden realizar su actividad de forma natural e intuitiva y lo más eficientemente posible".
Los avances tecnológicos de los edificios inteligentes permiten a los usuarios disfrutar de "una mayor comodidad y estilo de vida, así como de un control remoto y en todo momento de lo que sucede. El edificio trabaja por si solo, así que no se tienen que preocupar por nada. A la vez, mejoran la calidad del aire, ahorran en consumo energético y en economía", recalca la marketing manager de Loxone España.
Frente al edificio tradicional
"Comparar un edificio tradicional con uno inteligente, se parece mucho a comparar un reloj de bolsillo del siglo XIX con un smartwatch", indica Quintás, y es que, aunque ambos dan la hora, el segundo ofrece más funciones. "Los edificios inteligentes se caracterizan por una gestión en tiempo real de lo que ocurre, permite además predecir lo que va a ocurrir y te facilita la obtención de ahorros y cuidado de los empleados o clientes", añade la consejera asesora de Metrikus para España y Latam.
Por su parte, Esquius resalta "el aumento de la eficiencia energética del edificio, la reducción del consumo excesivo, al mismo tiempo que se consigue un mayor ahorro económico".
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